CALENDARIO AZTECA

lunes, 11 de octubre de 2010


Esta foto fue sacada el primer día que yo trabajé en una excavacion arqueológica. Tenía 18 años y muchos sueños en la cabeza.

Ese día pasé sueño, cansancio, mucho frío por la mañana temprano y mucho calor al mediodía. Sufrí un ataque de un asma que no tenía ni tengo por barrer el campo, me corté desbrozando y no sabía como usar el pico y la pala....Además un señor me daba ordenes sin explicarme las cosas.

Parece un día horrible, pues si lo fue. Es más pensé en qué hacía yo allí, en vez de disfrutar de las vacaciones como el resto del mundo.
Pero eso sólo duro un día o dos. Aprendí a coger el pico sin que me doliera la espalda, a palear, a distinguir las cerámicas de las piedras, los huesos de animal de los humanos, a ver las piedras de los muros antes de que el pico diera con ellas. Ya no me costaba madrugar, las heridas se curaban y disfrutaba de cada hora allí aunque siguiera siendo un trabajo muy duro. Muy poco valorado y remunerado. Pero en el fondo sé que es la envidia de muchos que nunca se atrevieron a estudiarlo.

Y ahora mismo no sabeis lo que lo echo de menos. Cuando me preguntan que qué soy, ya no sé que decir....¿arqueóloga? ¿lo he sido alguna vez? desde luego ahora no lo soy. Estudie historia con todas las asignaturas de arqueología, hice un máster de arqueología y me pasé los cinco veranos de la carrera en alguna excavación. Hice los cursos que pude y leí mucho sobre ello. Pero dudo cuando me preguntan mi profesión.

Ahora trabajo en un archivo, pero no me siento archivera. Es un trabajo que me gusta, y es mucho más tranquilo, limpio, descansado y comodo que el de campo pero me falta algo.

Supongo que soy historiadora y punto.

Si a eso se le puede considerar una profesión cuando no investigas.

He olvidado como se dibuja la cerámica o como se usa una estación total. He aprendido a utilizar bases de datos de archivos, a recibir relaciones de entrega, a signaturar, a atender al público....

Pero echo tanto de menos tener las manos llenas de tierra, pensar por qué aparece este muro o esta cerámica, y sobre todo a los arqueólogos. Ese pequeño mundo dentro de este mundo. Echo de menos que la gente te pregunte donde están los tejados de las casas romanas o limpiar concienzudamente una clavícula de un visigodo. Echo de menos limpiar el material e incluso dibujar la planimetría.

Echo de menos trabajar al aire libre, mirar las nubes cuando te estiras para que la espalda no se doble para siempre y no estar encerrada en un edificio (aunque no me quejo, tengo la suerte de trabajar en un archivo ubicado en un edificio precioso).

Es raro no saber lo que eres, supuestamente ya he acabado mi etapa de estudiante y debería tener claro mi futuro profesional...entre que la situación actual no ayuda y que la indecisión siempre ha estado presente en mi vida cada día lo tengo menos claro.

Oposiciones para un archivo (mucho estudiar, mucha competencia y pocas plazas) alguna empresa de arqueología privada (mucha competencia, pocas excavaciones)... como me arrepiento de no haber estudiado más en la facultad y así poder disfrutar de una beca e investigar de verdad, hacer arqueología sin un promotor detrás, con tiempo para estudiar y analizar....pero ya no hay vuelta atrás.

¿Qué me deparará el futuro?

Esa foto lleva colgada en mi habitación unos seis años y cada vez que la miro me acuerdo de ese día. De las ganas que tenía de irme de allí y volver corriendo a mi casa. Me hubiera arrepentido toda mi vida si lo hubiera hecho. No importa si no vuelvo a excavar nunca, si no me llego a dedicar a ello. Siempre tendré en la memoria todos esos madrugones, todas esas heridas de guerra y esa satisfacción cuando terminaba de haber hecho lo que siempre había soñado.