LOS FRAILES Y EL ZAGAL
Iban tres frailes por un camino y llegaron a una encrucujada de la que salían varios senderos en distintas direcciones.
Como no sabían cuál tomar para encaminarse al pueblo donde iban a dar la Misión, le preguntaron a un rapaz de unos doce años que estaba cuidando cabras:
- Oye, chiquito, ¿ a donde va este camino?
- Vaya una pregunta, ¿no ve usted que está quieto?
El primer fraile se calló, pero el sugundo quiso insistir.
- ¿Como te llamas, mocete?
- Yo no me llamo, me llaman.
También dejó sin habla al segundo fraile, pero el tercero que ya estaba un poco mosca de escuchar las respuestas del rapazuelo, le dijo:
- Oye mocoso, ¿qué hacen en tu pueblo con los críos pillos y descarados como tú?
- Les meten frailes.
Y se dio media vuelta y arreó el hato, dejando estupefactos a sus tres reverencias que, colocándose las capuchas y metiendo entrambas manos en las mangas de su habito, continuaron en silencio su camino.
Iban tres frailes por un camino y llegaron a una encrucujada de la que salían varios senderos en distintas direcciones.
Como no sabían cuál tomar para encaminarse al pueblo donde iban a dar la Misión, le preguntaron a un rapaz de unos doce años que estaba cuidando cabras:
- Oye, chiquito, ¿ a donde va este camino?
- Vaya una pregunta, ¿no ve usted que está quieto?
El primer fraile se calló, pero el sugundo quiso insistir.
- ¿Como te llamas, mocete?
- Yo no me llamo, me llaman.
También dejó sin habla al segundo fraile, pero el tercero que ya estaba un poco mosca de escuchar las respuestas del rapazuelo, le dijo:
- Oye mocoso, ¿qué hacen en tu pueblo con los críos pillos y descarados como tú?
- Les meten frailes.
Y se dio media vuelta y arreó el hato, dejando estupefactos a sus tres reverencias que, colocándose las capuchas y metiendo entrambas manos en las mangas de su habito, continuaron en silencio su camino.
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