CALENDARIO AZTECA

sábado, 12 de marzo de 2011

GUERRAS PASADAS

No podemos dejar que algo así vuelva a pasar. Y la única manera de que ocurra. Es que nadie piense que esas ideas eran correctas. Ni una sola. Es la única manera.

Gracias a la educación, tanto la familiar como la reglada en las instituciones. No podemos dejar que vuelva a pasar. Que ni una sola persona piense que eso estuvo bien.


Porque no lo estuvo, ni siquiera para la gente que se hizo rica en el franquismo, ni para la gente que no tuvo que llorar la muerte de alguien. No fue bueno para nadie. Para nadie.

Ni el atraso que tuvo que soportar el país. Ni una guerra entre hermanos. Ni un dictadura horrible que no sólo se puede contar en muertos, sino que hay contarla en lágrimas. Lágrimas que se derramaron por el miedo, por el sufrimiento, por el hambre y la injusticia. Y por todas las lágrimas de felicidad que no se derramaron. Por toda la gente que no vivió la vida que tenía que haber vivido. Por todos esos niños a los que les robaron los padres y su país. Por todos los exiliados a los que les robaron su vida presente y futura.

Porque a nosotros, en este momento, nos han robado mucho. Todo lo que hubiéramos sido. Nos han robado ideas, nos han robado pensamientos.

Yo no puedo leer las obras que Lorca hubiera escrito sino le hubieran matado. Y créanme las echo de menos aunque nunca las haya leído.

Todo hubiera sido diferente. Parafraseando a Galeano les invitó a delirar, a soñar.

Que hubiera sido de España sin esa guerra. En todos los ámbitos. Los avances en educación que se dieron en España fueron imitados fuera de ella, las ideas krausistas, la Institución Libre de Enseñanza, las Misiones Pedagógicas.

Las leyes agrarias que fueran enterradas. La pobreza que nunca tuvo que existir, hubiéramos sido todos diferentes. Quizá mis padres hubieran podido estudiar si no hubieran tenido que poner a trabajar en el campo cuando aún eran unos niños.

Otros muchos niños se hubieran podido convertir en médicos que inventasen vacunas, literatos que desafiaran nuestro intelecto, arquitectos, profesores, o simplemente gente que hubiese aprendido a leer, y a soñar sin miedo.

Poder hablar, sin que el miedo les paralizara la lengua. Poder disfrutar de sus vidas. Porque hubieran sido sus vidas. Y no una pantomima de lo tuvo que ser y no fue.

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